Estos últimos meses he visto como las calles se han ido volviendo un alboroto con el paso de niños patinando a toda velocidad. Claro es una forma deportiva de llevar el paso pero también de caminar por la vida.
Cuando pase al lado de uno de estos niños, vinieron a mi memoria los recuerdos de infancia, el montar bicicleta alrededor del parque, salir en patinete o jugar pelota con los amigos del barrio; era como si mis seis años hubieran pasado al lado mío, patinando y sonriendo a toda velocidad.
Sobre la marcha me tope con mis seis años, descubrí que estos seis años no eran los míos, estos tenían un matiz de modernidad bastante diferente, no era precisamente un patín lo que aquel niño llevaba en sus pies, estos tenían forma de zapatilla a las cuales se le habían insertado cuatro ruedas en cada pie, lo curioso es pues que dichas ruedas podían ser escondidas en la planta de la zapatilla volviéndolo en un calzado común y corriente cuando uno lo desee.
Uno se pregunta para qué podría servir dicho invento, pues claro me imagino que ahora no le veo mucha gracia pero si tuviera la edad de seis o siete años sería uno de los niños más felices del mundo, poder ir a la escuela con ese calzado tan particular sería divertido, la libertad de andar en patines a esa edad no tiene precio alguno, hacer carreras con los amigos del barrio, irse a toda velocidad por un helado o simplemente patinar por los parques, lo era todo en ese entonces y eso sí creo que no debe haber cambiado en nada. Es más debo confesar y sin ninguna vergüenza que si tuviera esa edad estaría pidiéndole una de esas zapatillas a mi madre.